miércoles, 30 de noviembre de 2016

ESO QUISIERA


























ESO QUISIERA


Asomarme al balcón de tus abrazos
y encandilarme con el sol de tus ojazos,
eso quisiera.


Insaciable beber del manantial
de tu bella boquita de coral,
eso quisiera.


Acelerar con besos tus latidos
y arrancarte a mordiscos mil suspiros,
eso quisiera.


Incansable retozar sobre tu cuerpo,
como niño juguetón, siempre despierto,
eso quisiera.


Apoderarme totalmente de tu amor,
para juntos construir la primavera
y hacerte florecer con mi pasión, 
¡eso quisiera!;
solamente eso, amor,
¡eso quisiera!


                         Jesús Núñez León.

























martes, 26 de julio de 2016

LA CANCIÓN DE CUMPLEAÑOS


















LA CANCIÓN DE CUMPLEAÑOS

A Pedrito, de humilde condición;
cada año su madre le decía,
“cumpleaños no habrá en esta ocasión”;
y el niño, con tristeza, comprendía.

Sin un padre, que cumpliera su deber;
había hecho del hogar, su obligación;
una madre y dos hermanos que atender
y una abuela, postrada en un sillón.

Y él, con el sostén contribuía,
como quien cumple un rito muy sagrado;
y, a su madre le entregaba cada día,
el fruto de su signo desgraciado.

Pero, el niño guardaba una ilusión,
que, triste, alimentaba año tras año;
que alguna vez le cantaran, con amor,
la conocida canción de cumpleaños.

Cada vez que escuchaba esa canción,
porque el eco, a sus oídos la traía;
el inocente, lloraba de emoción;
y, su alma, de tristeza se encogía.

Y sucedió, que una noche de febrero,
el destino lo puso frente a frente,
con la obra, sin par, de un pastelero;
exhibiéndose a los ojos de la gente.

Y Pedrito, no pudo contenerse,
el cristal deslizó, con una mano;
y la torta, tomó inocentemente;
al fin, celebraría un cumpleaños.

Pero un grito, de pronto se escuchó;
“es un ladrón”, se oyó que le decían;
y un disparo, en la noche resonó;
proveniente de un siniestro policía.

Y el chaval, el impacto recibió;
en su cuerpo, delgado y desnutrido;
y a la torta, con angustia se abrazó,
llorando sus diez años no cumplidos.

El policía, implacable, se acercó;
con el arma en absurda exhibición;
y la torta, de sus brazos arrancó;
y, con ella, su última ilusión.

-¡No lo maltrate más!, gritó un señor,
poniendo un maletín sobre la acera.
-Con permiso, policía, soy doctor;
y mi deber, es tratar de que él no muera.

El doctor, de un vistazo comprendió,
que aquel niño no tenía salvación;
la herida de su espalda examinó
y la rabia inundó su corazón.

Pero el niño le dice, desde el suelo,
con la voz de un moribundo de diez años:
-¿Será cierto, doctor, que allá en el cielo,
me van a celebrar mi cumpleaños?

Y aquel médico, curtido por la vida,
con el alma de emoción estremecida;
como un chiquillo, de dolor, lloró.

Y, tomando entre sus brazos a aquel niño,
le cantó su cumpleaños, con cariño;
y, Pedrito, sonriendo se murió.

(La canción de cumpleaños como fondo musical)

HABLADO:
Me duele muy hondo, que los corazones
de tantos hermanos, cerrados están;
no sigamos ciegos, no sigamos sordos,
al clamor y al llanto de miles de niños;
que, así como éste, a la muerte van.

¿A cuántos Pedritos tendrán que matar?;
no es sólo una historia, es la realidad;
¡tomemos conciencia!, ¿cuántos morirán
por falta de abrigo, de amor, de cariño,
de una mano amiga, de techo, de pan?

                               Jesús Núñez León.