LA MUJER PERFECTA
Generoso con tu cuerpo fue Yavhé,
al prodigarte hermosuras como a nadie:
le pondré piel de seda de Lamé
y unos ojos que cual soles luz irradien.
La dotaré de una cintura delgadita,
de unas ancas de potranca retadora
y de una boca que, cual fresa madurita,
provoque mordisquearla a cualquier hora.
De cisne espléndido, el cuello le daré;
un par de senos erguidos, tentadores;
un cabello que a ninguna otra pondré
y unas piernas que a todo hombre lo enamoren.
Y si alguna cualidad se le olvidara,
tu risa cantarina es mi propuesta;
y si tu voz a mis oídos cautivaran,
¡habría Dios creado a la mujer perfecta!
Jesús Núñez León.