domingo, 20 de marzo de 2011

ARQUITECTURA







ARQUITECTURA

Diseñada, mujer, fuiste sin duda,
por el Gran Arquitecto de los cielos;
y la virgen acudió, presta, en su ayuda
para vestir tu maqueta con su velo.

Portentosos los perfiles que te orlan,
pilares de la fuente de mi amor:
la cascada de pelo que te adorna,
tu boquita de rojo cundiamor.

En tu hermosa estructura se refleja
la luna, que de luz tu rostro baña;
el dintel precioso de tus cejas,
la cortina de carbón de tus pestañas.

La belleza del relieve de tu porche,
de una obra de Rubens digna fuera;
la más fina champaña en su descorche,
el burbujear de tu voz cascabelera.

Tu figura escultural, harto elogiada,
fue el más grande escultor quien la forjara;
pareciera revestida tu fachada
de un exquisito mármol de Carrara.

El radiante fulgor de tu mirada,
tu alma, por demás sensible y tierna;
tu jamba, tu frontón, tu balaustrada
y las perfectas columnas de tus piernas.

El capitel corintio de tus ojos,
la maravilla sin par de tus cornisas
y ese arco sensual de mis antojos…
¡Cómo quisiera ser tu dueño, mi Artemisa!

Sería el hombre más feliz, si mío fuera
el rosario de esos dones en tu haber;
el cogollo de sol de tus palmeras,
¡el nicho de rubíes de tu ser!

Déjame ser el albañil de tus molduras,
para frisar tu cuerpo con ternura,
para estucar tu piel con sumo amor.

Sólo bastan tu candor y tu hermosura,
tu fuego, tu arrebato y tu locura
¡para que abatas mi obelisco con tu ardor!


                             Jesús Núñez León





















 



































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