domingo, 20 de agosto de 2023

LA PRESA QUE BUSCABA.












LA PRESA QUE BUSCABA 


¿Recuerdas cuando ardiente te besaba

y prudente, por recato no avanzaba?;

ansiosa me dijiste, ¿por qué paras?,

¿no era esta la presa que buscabas?


Ese era el acicate que esperaba,

la oscuridad total nos amparaba;

tus escondidas partes ya palpaba

y ardorosa, tus ganas me arengaban.


Gracias mi amor, balbuceante te decía,

un torrente de ardor me consumía,

tu cuerpo con los ojos me comía

y tus piernas deseosas se entreabrían.


Y noté cómo de color cambiabas,

cuando vi que tus pechos se erectaban;

ante mí desafiantes se mostraban

y hacia ellos, goloso me lanzaba.


Tus gemidos griticos se volvían,

mientras frenético, yo te desvestía;

no alcanzaba a descifrar lo que decías

y eso mucho más me enardecía.


Y al fin estabas ante mí desnuda,

núbil capullo en toda su hermosura;

por un instante te quedaste muda,

cuando mi arma hurgaba en tu espesura.


De tus labios un quejido se escapó,

mi pasión, tus defensas derribó;

tu bastión indefenso se quedó

y mi ariete en tu guarida penetró.


Y empezaron de nuevo tus gemidos,

que de ansias colmaban mis sentidos;

y con tu himen por mí ya sometido,

escuchóse de tu boca un alarido.


Cabalgué a rienda suelta por tus prados,

me encantó presenciar tu desenfado;

y a mi oído dijiste, mi adorado,

condúceme al cielo que está despejado.


Fueron tus palabras, de amor consumado,

besándome fuerte, me dijiste: amado

al hacerme tuya, ¿ves lo que has logrado?,

¡quiero ver de nuevo mi huerto inundado!


Un manjar distinto, jamás he probado,

tus delicias las amo demasiado;

adicto a lo que a diario he degustado,

¡y más de ti, cada vez enamorado!


                 Jesús Núñez León.

















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