¡HASTA EL AMANECER!
Te miré en aquella playa y sentí un sismo,
las olas por tus muslos se paseaban;
el frío no amainó aquel erotismo,
mientras el sol tras las nubes se ocultaba.
La oscuridad acudiendo en nuestro auxilio,
con su negro manto todo lo envolvió;
y dimos rienda suelta a nuestro idilio,
cuando tu alma mi alma entera se tragó.
Espléndido fue el encuentro que tuvimos,
libidinoso accionar la noche entera;
la quintaesencia ardorosa descubrimos
celebérrima hecatombe placentera.
De la sed, también del hambre nos burlamos;
cómplice la luna de ese impúdico querer,
de leyenda las caricias que inventamos,
¡derroche de lujurias hasta el amanecer!
Jesús Núñez León.
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