¡HASTA QUE ME ENAMORASTE!
Tus luceros me alumbraron,
¡espléndidas maravillas!;
y los míos admiraron
ese hoyuelo en tus mejillas.
De allí quedé hipnotizado,
pero terco resistía;
un ser que fue traicionado,
romances ya no quería.
La lluvia me susurraba,
de noche sobre el tejado,
que con tu amor se acababa
mi angustia de hombre burlado.
La luna en mi auxilio vino
y aclaró mis pensamientos:
¿vas a seguir el camino
del dolor y del tormento?
Y tu sol de amanecer,
llegó aquí y me iluminaste
el sendero del querer,
¡hasta que me enamoraste!
Jesús Núñez León
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