TEMPLE DE VALIENTE
Mi placer es contemplarte en las mañanas,
tu sonrisa es como sol de amanecer;
tu mirada me despierta inmensas ganas
de tus fresas dulcísimas morder.
Y te miro sonreír desde el balcón,
donde me instalo hasta verte aparecer;
y me llegan directo al corazón,
tus dardos que más nadie puede ver.
Eres de otro, lo sé y eso me angustia;
conquistarte debo hacerlo sin demora,
el desespero mantiene mi alma mustia,
¿ cuándo llegará de amarnos nuestra hora?
Me doy cuenta, no te soy indiferente;
tu sonrojo al encontrarnos fue muy claro,
ojalá tengas el temple de valiente
y me abras tu cancela sin reparos.
Jesús Núñez León.
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