GINECOCIDAS
Temple de acero el que ostentas tú, mujer,
sobreponiéndote al dolor de otras mujeres;
en tu honesta vida tan solo aspiro ser,
las virutas del metal del que tú eres.
Desde niños, el respeto a ese gran ser
ha de inculcarse como norma familiar;
y la escuela también debe someter,
a su arbitrio que eso se debe educar.
Ella es el más hermoso amanecer,
que en el mundo el Señor haya creado;
sin embargo, hemos llegado a conocer
miserables que su estirpe han pisoteado.
De ellas nacimos y a ellas les debemos,
lo que hemos alcanzado en esta vida;
debería crearse el día en que juremos,
no infringirles jamás ninguna herida.
Abnegada nadie es más que una madre,
de ternura tiene lleno el corazón;
mas no obstante, existen hijos mala sangres,
que no obtendrán de Jesucristo su perdón.
Hay sujetos que nacer nunca han debido,
van regando la existencia de martirios;
viles de nombre, misóginos de apellido,
¡prestos siempre a cometer ginecocidios!
Jesús Núñez León.
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