TU MÁGICO ARREBOL
Desde aquel día en que en el mar te vi,
me impactaste de lleno el corazón:
soy un náufrago que ha encontrado en ti,
su ansiada y anhelada salvación.
Caminabas absorta por la playa,
imbuida en sombríos pensamientos;
y me dije, esta chica tiene donde vaya
hondas cicatrices en sus sentimientos.
Y no me equivoque, porque al seguirte,
tomaste hacia un paraje solitario;
y acercarme no osé para no herirte,
¡era más que evidente tu calvario!
Y desde lejos miraba tu accionar,
tu cuerpo en convulsiones se movía;
yo, angustiado, no hacía más que observar,
¡tu llanto interrumpir no me atrevía!
Y al fin se me ocurrió una idea genial,
a un vendedor de cocos abordé,
ensayé una apostura de galán
y ofreciéndote ese coco me acerqué.
Me miraste extrañada y sorprendida,
¿cómo supiste que me moría de sed?;
mi respuesta fue la mejor salida,
de agua requieren las rosas como usted.
La sonrisa más linda que haya visto,
iluminó su rostro como un sol;
y cada día doy gracias a Cristo,
¡por concederme tu mágico arrebol!
Jesús Núñez León.
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