en la negra oscuridad de mi agonía;
y, el sol abrasador del cuerpo tuyo
desterró la frialdad del alma mía.
Y fue inútil decir que no sentía,
y fue inútil decir que no te amaba;
de tu vientre, febril, que me llamaba.
Y el dique se rompió de mis caricias,
y tus sentidos abriéronse a la vida,
y mi pasión aquietó, con avaricia,
el palpitar de tu carne estremecida.
y regresaron la impaciencia y la inquietud;
y a este necio corazón volvió el amor,
que, antaño, floreció en su juventud.
CORO:
mi vida, toda, de luces se llenó;
la tristeza se esfumó de mi existencia,
No hay comentarios:
Publicar un comentario