CASCADA DE PASIONES
Te besé y el temblor de tu cuerpo me decía,
lo ávida que estabas de caricias y de ardores;
y supe que en tu cándida alma se escondía,
la más auténtica catarata de pasiones.
Cuando mis manos te palpaban con locura,
en tu rostro de niña mimada vi el rubor;
tu núbil desnudez cobijé con mi ternura
y noté que tus ganas espantaban el pudor.
Me susurraste: -Amor, soy virgen, ten cuidado;
y te envolví muy dulcemente entre mis brazos;
los ruidos de la calle llegaban atenuados,
pero en aquel frenesí no hicimos ningún caso.
Y allí en la hierba a rienda suelta nos amamos,
despertándose tu erotismo a borbollones;
tu inocencia me entregaste y no fue en vano,
¡hoy soy adicto a tu cascada de pasiones!
Jesús Núñez León
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