MI ODONTÓLOGA
Mi odontóloga, de belleza sorprendente,
no pensé hallar el amor tras de su puerta;
me encontré con un lucero refulgente,
¡me ha dejado con la boca bien abierta!
Su consulta es un compendio de artilugios,
se desplaza ante mí con hidalguía;
bata rosada y lindo cabello rubio,
la soberana de la odontología.
Hermoso rostro, de labios muy carnosos;
talle breve y caderas bien sinuosas,
senos erguidos y unos ojos verdosos,
de mirada insinuante y candorosa.
Y yo en aquel sillón viéndola cerca,
sus pupilas mi escudo hicieron trizas;
y mi alma que en amor ha sido terca,
se dejó taladrar por su sonrisa.
Mi odontóloga la bautizo con razón,
y quisiera que así fuera eternamente;
la ortodoncista de mi corazón
¡y la presa favorita de mis dientes!
Jesús Núñez León.
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