VORÁGINE
Te miré y nuestras miradas se encontraron,
también tus ojos buscaban a los míos;
una sonrisa tus labios esbozaron
y sentí dentro de mí un escalofrío.
Y admiré por vez primera los luceros,
recostado en el cielo de tus brazos;
y desde que fuiste mía lo que quiero,
es vivir incrustado en tu regazo.
Jamás imaginé aquel huracán,
que en tu cuerpo de diosa se escondía;
ni tampoco el furor de tu volcán,
ni ese vértigo de ardor que me darías.
Me deleito escudriñando tu hermosura,
buscando el punto G que te da vida;
y enseguida me respondes con holgura,
¡en vorágine de amor jamás vivida!
Jesús Núñez León,