DÉJAME ENTRAR
Déjame entrar, mi amor, déjame entrar
en la tibieza de la senda de tu ser;
y, al penetrar, un gritito de placer
y de lujuria de ti quiero escuchar.
Déjame entrar, mi amor, déjame entrar
en tu cielo de un albo amanecer;
y al unísono los dos podremos ver
las turbulentas olas de tu mar.
Déjame entrar, mi amor, déjame entrar
en el casto esplendor de tu aposento
y sentir el divinísimo tormento
de tu arribo al ardiente despertar.
Déjame entrar, mi amor, déjame entrar
en la fiesta sensual de tus rubores
y el arcoíris mirar de los colores
de tus mejillas al pedirme quiero más.
Déjame entrar, mi amor, déjame entrar,
que después dormirás plácidamente
en mi pecho y soñando dulcemente
que en tu puerta estoy volviendo a penetrar.
Jesús Núñez León.
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