TIMONEÁNDOTE
Jamás hube navegado en un velero,
tan sensual, tan ardiente y tan erótico;
al vaivén de sus olas fui un remero
y el efluvio de su mar fue mi narcótico.
En la playa de su cuerpo me tendí,
a disfrutar con fruición de sus crustáceos;
y en su proa velozmente me subí
y encallé en su arena muy despacio.
Un océano encrespado hábil surqué
y en su popa diestramente me incrusté;
¡fue de mi alma de marino el estandarte!
Y, desde entonces, de mi mente no saqué
las delicias marineras que probé,
¡ni las ansias de volver a timonearte!
Jesús Núñez León.
No hay comentarios:
Publicar un comentario