SUEÑO DE AMOR
Son las diez, quizás ya te dormiste
y yo aquí, lejos de ti, me siento triste.
No puedo alegrarme, por más que me esfuerzo,
es mejor que me siente a escribirte mis versos.
La noche está fría, la noche está hermosa;
las estrellas compiten a cuál más preciosa...
El momento es propicio para hablarte de amor,
de lujuria, de lascivia, de impudor…
Cómo quisiera en este instante ser el ave
que, embriagada de amor, imprudente volare;
y, sorteando peligros, a tu alcoba llegara;
y a tu lado, suavemente, se acostara.
Sentiría tu cuerpo, de virgen, temblar;
con mezcla de miedo y de placer sensual;
besaría tu piel, tibia y suplicante,
mordería tu boca, cual experto amante.
Y llegaría el momento de entrega total,
la cumbre sublime de lo que es amar;
éxtasis divino, supremo placer,
comunión de almas, principio del ser.
Y, amorosamente a mi cuerpo abrazada,
llegarías a vibrar con pasión desbordada,
sentirías, mi vida, quemar tus entrañas,
por el fuego del querer, que jamás daña.
Y, después, estrechamente unidos,
muy profundamente quedarnos dormidos;
hasta que un rayo de sol, en tu ventana,
anuncie la llegada de la nueva mañana.
Sólo entonces, ave rauda, partiré,
no sin antes hacerte comprender,
que entregarse al amor nunca es pecado,
si lo hacemos totalmente enamorados.
Hasta pronto, amor, levántate temprano;
intégrate, de nuevo, al quehacer mundano.
Aquí ya amaneció y no pude enterarme,
soñando contigo, he vuelto a desvelarme.
Jesús Núñez León
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