DESACOSTUMBRÁNDOME.
Debo desacostumbrarme, así no quiera,
al manantial de dulzura de tu boca,
al rozagante esplendor de tus praderas
y a tu cuerpo que con ansias me provoca.
La adicción debo dejar a tu hermosura,
al aroma desquiciante de tu esencia,
al absorto contemplar de tu figura,
¡debo desacostumbrarme a tu presencia!
Tengo que eliminarte de mi mente
y recuperar la paz de mi existencia,
retornar a mis afectos finalmente
y disfrutar de la quietud de mi conciencia.
Raudamente volver a mi tranquila vida,
la que un día alborotaste aviesamente,
recuperarme y sanar de mis heridas
¡y safarme de tus garras para siempre!
Jesús Núñez León.
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