SIETE DÍAS.
Manantial de ardores, letal turbulencia,
jamás tuve en brazos hembra tan divina;
al Edén llegamos y a la quinta esencia,
¡todavía me pones la piel de gallina!
Se iba el sol y ya mi arma estaba en ristre,
el deseo por tenerte me embargaba;
nos besuqueaban la arena y el salitre,
mientras ávido mi cuerpo te tomaba.
En mi pecho te dormías plácidamente
y una y otra vez te despertabas,
la pasión nos mantenía en fuego ardiente
devorándonos hasta la madrugada.
Siete días y en mi mente aún permaneces,
una semana de ardor desenfrenado;
siete días de recuerdos que estremecen,
una semana de sexo huracanado.
A pasear por esa playa desolada,
desde esa vez, cada año he regresado;
y mi mirada te busca ilusionada,
¡porque otra como tú, yo no he encontrado!
Jesús Núñez León
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