de rodillas imploro tu perdón;
y te juro, por Dios, lo más sagrado,
que nunca he traicionado nuestro amor.
No transformes en rencor un sentimiento,
que una vez bendecido fue por Dios;
lo albergaste en tu pecho mucho tiempo,
no lo mates por una duda atroz.
El perdón, a nadie se le niega;
el perdón, la puerta es del amor;
el perdón el dolor te sosiega
y se lleva de tu alma el rencor.
Dime, dime vida mía, ¿ya no me amas?;
dilo pronto, que muero por saber,
si las dudas apagaron esa flama,
Te empeñaste en negarme la razón,
decidida a jamás torcer tu brazo;
¿olvidaste que, en las cosas del amor,
las rencillas se borran con abrazos?
CORO
Cuando el odio la sangre la envenena,
el rencor es como una gangrena,
si se instala, necesario es amputar.
Si el orgullo asesina a un gran amor,
sentenciado a sufrir debería ser;
ignorado del consuelo en el dolor,
desterrado, para siempre, del querer.
CORO
responde estas preguntas, por favor:
¿no es la ira un pecado capital?
¿es la rabia bendita ante el Señor?
Te aseguro que por ti siento lo mismo,
esta llama me he empeñado en no apagar;
mientras tu abres, con rencor un hondo abismo,
yo hago esfuerzos por tu amor reconquistar.
CORO
Pido al cielo, que al amor siempre bendice,
que destierre ese orgullo de tu vida;
dediquemos nuestro tiempo a ser felices
y a sanar, con amor, estas heridas.(BIS).
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