De las rosas, prefiero las espinas;
aunque no tengan, de aquellas, la elegancia;
porque hay algunas rosas que son lindas
y a cualquiera envenena su fragancia.
De la vida, prefiero las tristezas,
porque es más engañosa la alegría;
y, el que ríe a menudo no confiesa,
que por dentro está muriendo de agonía.
Del amor, las angustias yo prefiero,
al placer de mirarte unos instantes.
Con angustia, el placer de verte espero;
pero, al verte, me angustia que te marches.
CORO:
Quién pudiera, mi cielo, convertirte
en rosa, sin espinas en tu vida;
y olvidara mis tristezas y decirte,
que, por siempre, serás mi consentida.
Jesús Núñez León.
Jesús Núñez León.
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