Si pudiera,
ser tu dueño y señor, en cuerpo y alma;
transitar por tus montañas y veredas;
hacer temblar tu carne y aquietarla
con caricias bien ardientes, si pudiera.
Si pudiera,
corretear ociosamente por tu frente,
navegar en el lago de tus ojos,
admirar la blancura de tus dientes,
ver la puesta de sol de tus sonrojos.
Si pudiera,
envolverme, totalmente, en la frescura
de tu piel blanquísima y sedosa
y beber, insaciable, el agua pura
de la fuente cristalina de tu boca.
Si pudiera,
de tu pecho, en las frías madrugadas;
la exclusiva tener de tus suspiros
y el monopolio, mi amor, de tus miradas.
Si pudiera,
goloso, con mis labios absorber
del panal de tu cuerpo la dulzura;
en tu cuello de cisne mi ternura.
Si pudiera,
y tomar, para mí, tu pensamiento,
para darme la alegría de saber,
que compartes el amor que por ti siento.
Y si pudieras,
pedirme, con amor, que no me calle;
que te exprese lo que siente el alma mía,
que por siempre sea el amo de tus valles
y, también, del manantial de tu ambrosía.
Jesús Núñez León
Jesús Núñez León
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