La mujer es luz y amor,
que nadie, ante mí, la ofenda;
no hay ser en la creación
que merezca más ofrendas.
Dos mujeres he tenido,
¡cómo las quiero a las dos!;
una es madre de mis hijos,
la otra es quien me parió.
Es la rosa más hermosa,
se los digo bien a ustedes;
y un pétalo de esa rosa,
hala más que un par de bueyes.
A la mujer, oye idiota,
no se engaña fácilmente;
a veces se hace la loca,
para hincar mejor el diente.
para hincar mejor el diente.
No existe ser más violento
que una mujer ofendida;
mucho más que leona herida.
La mujer, más que coqueta,
es la tentación viviente;
si no existe, se la inventa,
¡siempre con rostro inocente!
En malicia, nos supera;
si hay líos, mete la mocha;
¡nos deja sin escalera
y colgados de la brocha!
La mujer, como la lapa,
por fuera una dura capa
y por dentro es blanditica.
No obligues a la mujer
cuya terquedad enarbola:
mil veces dirá que no,
su amor, después, te da sola.
su amor, después, te da sola.
Sólo es cuestión de paciencia
y del momento esperar;
y sabrás, con tu sapiencia,
No olvides, déjala sola,
que ella en su enredo se mate;
y cuando lance su bola,
podrás darle con tu bate.
No será en abril ni en mayo,
no la apures, para qué;
que en menos que canta un gallo,
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